Que trata de la brava y descomunal batalla que que Don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, del estraño modo con el que fue encantado don Quijote, y otros famosos sucesos.
(Cap. 35-52)Se encontraban en la venta, el licenciado Perez, y maese Nicolas el barbero que habían ido a buscar a don Quijote para retornarle a casa, cuando del camaranchon donde reposaba don Quijote salio Sancho Pansa todo alborotado.
En esto oyeron un gran ruido en el aposento, y que don Quijote decía voces, y parecía que daba grandes cuchilladas por las paredes.
Y con esto, el ventero entro en el aposento, y todos tras el, y hallaron a don Quijote desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras, como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante; y es lo bueno que no tenia los ojos abiertos, por que estaba durmiendo y soñando.
Y había dado tantas cuchilladas en los cueros que todo el aposento estaba lleno de vino; lo cual visto por el ventero, tomo tanto enojo, que arremetió con don Quijote, y, a puño serrado le comenzo a dar golpes, y con todo aquello no despertaba al pobre caballero hasta que el barbero trajo un gran caldero de agua fría del poso, y se lo echo por todo el cuerpo, con lo cual desperto do Quijote.
como ya era tiempo de partirse, dieron orden para que pudiesen el cura y el barbero llevárselo como deseaban, y procurar la locura de su locura en su tierra.
Hicieron una jaula de palos enrejados, capas que pudiese en ella caber holgadamente don Quijote. luego tomaron la jaula en hombros y lo acomodaron en el carro de los bueyes.
Don Quijote iba sentado n la jaula y arrimado a las verjas, con tanto silencio y paciencia, como si no fuera hombre de carne sin estatua de piedra.
Y al cabo de 6 días llegaron a la aldea de don Quijote. Acudieron todos a ver lo que en el carro venia, y, cuando conocieron a su compatriota, quedaron maravillados, y un muchacho acudió a dar las nuevas a su ama y a su sobrina de que su tío y su señor venia flaco y amarillo, y tendido sobre un montón de heno, y sobre un carro de bueyes.
Todas estas platicas pasaron entre Sancho Panza y Juana Panza, su mujer,en tanto que el ama y sobrina de don Quijote le recibieron y le desnudaron y le tendieron en su antiguo lecho.
Allí se renovaron las maldiciones de los libros de caballería; allí pidieron al cielo que confundiesen en el centro del abismo a los autores de tantas mentiras y disparates.
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