De donde se declaro el ultimo punto y extremo a donde llego y pudo llegar el inaudito animo de don Quijote con la feliz mente acabada aventura de los leones.Cuanta la historia que cuando don Quijote daba voces a Sancho que le rugece el yelmo, estaba el comprando unos requesones que los pastores le vendían. y acosado de la mucha prisa de su amo, no supo que hacer de ellos, ni en que traerlos, y por no perderlos que ya los tena pagados, acordó de echarlos en la celada de su señor, y con este buen recado volvió a ver lo que le quería.
Y volviéndose a Sancho, le pidió la celada, el cual como no tuvo lugar de sacar los requesones, le fue forzoso dársela como estaba. To mola don Quijote, y sin que echase de ver lo que dentro venia, con toda prisa se le encajo en la cabeza, y como los requesones se apretaron y exprimieron, comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote.
Llego, en esto, el carro de las banderas en el cual no venia otra gente que el carretero en las mulas, y un hombre sentado en la delantera.
Y desenvainando la espada, paso ante paso, con maravilloso denuedo y corazón valiente y se fue a poner delante del carro, encomendándose a Dios de todo corazón, luego de su señora Dulcinea.
Visto el león ya puesto en postura a don Quijote, y que no podía dejar de soltar al león macho, abrió de par en par la primer jaula donde estaba, el león, el cual pareció de grandes extraordinaria y de espantable y fea catadura. Saco la cabeza fuera de la jaula y miro a todas partes con los ojos hechos brazas, vista y ademas para poner espanto a la misma temeridad.
Solo don Quijote lo miraba atentamente, deseando que saltase ya del carro y viniese con el a las manos, entre las cuales pensaba hacerle pedazos hasta aquí llego el extremo de su jamas vista locura. Pero el generoso león, volvió la espalda y enseño sus traseras partes a don Quijote y con gran flema y remoza se volvió a echar en la jaula. Viéndole lo cual, don Quijote mando al leonero que le diese palos y le irritase para echarlo fuera.
Y don Quijote dijo que lo llamaran el caballero de los leones. Siguió su camino el carro, y don Quijote y Sancho prosiguieron el suyo.
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